Fracaso de la Fusión

El fracaso de la política de fusión y la permanencia de las divisas

La política de fusión tenía la quimérica propuesta de hacer desaparecer las divisas para evitar nuevas confrontaciones. Pero la Guerra Grande no había ocurrido en vano. Dejaba tras de si un largo período de enfrentamientos que solo habían servido para afirmar aún más las divisas partidarias.

“Los partidos tienen empeñada lucha a muerte, sin cuartel, sin humanidad. Impera la ley tremenda de la represalia. A la matanza de Quinteros se contesta con los fusilamientos de Paysandú, a los fusilamientos de Paysandú con el asesinato de Flores; al asesinato de Flores con el asesinato de Berro. Anacleto Medina, ejecutor de Quinteros, es cazado diez años después en Manantiales, lanceado, desollado y enterrado vivo.  ¡Venganza! Es la palabra…

Los chiquilines compadrean, diciendo a su vez por la calle, coplas que terminan: `Que quisiera ver a un blanco en la punta e mi facón´. La ciudad está agauchada; se tiene el culto de los caudillos, se usa en el reloj y en el prendedor la efigie de Rivera, de Oribe, César Díaz, de Flores, de Leandro Gómez. Todas las familias criollas de Montevideo tienen al padre, o a un hermano, o a un hijo en los ejércitos; a muchas, los blancos o los colorados le han matado un hijo o un hermano; todas tienen muertes que vengar.” (Alberto Zum Felde. Proceso Intelectual del Uruguay)

 

La  hecatombe de Quinteros

Bajo el gobierno de Pereira se produjo el más prolongado intento de gobernar de acuerdo con las ideas de fusión y extinción de los antiguos partidos y prohibió los actos públicos que pretendieran reorganizar a  cualquiera de los dos partidos. Pero el Partido conservador quiso volver a la vida, y a principios de 1858 durante el gobierno de Pereira se produjo su quinto levantamiento. Los conservadores lograron el apoyo del gobierno de Buenos Aires, y el gobierno de Pereira logró el apoyo de Urquiza. Los acontecimientos se desarrollaron con vertiginosa rapidez.

El 28 de enero de 1858 el levantamiento conservador fue derrotado por el General Anacleto Medina en Paso Quinteros. El 2 de febrero el Gral. Medina, obedeciendo órdenes superiores, fusiló a los jefes de la revolución. Entre ellos mueren los  Generales César Díaz y Manuel Freire (que fue uno de los Treinta y Tres Orientales) entre otros. En los días siguientes los fusilamientos continuaron.  El Partido Colorado reivindicó a los mártires de Quinteros ya que habían adherido a su divisa con anterioridad.

La “heroica” Paysandú

La política de fusión culminó cuando Flores invadió el territorio oriental en 1863. Lo hizo con el apoyo de Argentina y Brasil.  Diferentes fueron los motivos de ambas naciones para prestar esta ayuda. En Argentina, el presidente Mitre, se sentía comprometido con Flores por la ayuda que este le había prestado en la reconquista de las provincias del interior  y en el restablecimiento de la unidad del Estado.

El apoyo brasileño tuvo que ver con la presión que los estancieros brasileños de la frontera ejercían sobre su gobierno; los que se habían visto perjudicados con el gobierno nacionalista de Berro, que entre otras cosas restableció el impuesto al ganado en pie y fiscalizó estrictamente la ley de abolición de esclavitud, burlada sistemáticamente por los brasileños.

La revolución que protagonizó el Gral. Venancio Flores entre 1863 y 1864 tuvo su momento más dramático en la ciudad de Paysandú.

 “El 2/12/2864 comenzó el sitio de Paysandú. Flores era auxiliado por argentina y Brasil. La guarnición de Paysandú, al mando de Leandro Gómez, estaba compuesta de unos 1100 hombres. Comenzó el terrible bombardeo de la plaza desde tierra y río. Dos mil quinientas bombas y balas cayeron solo el primer día. Todos los días la ciudad era bombardeada y se producían asaltos. Leandro Gómez rechazó los intentos de mediación que le hubieran permitido salir con sus hombres. Un ambiente de tragedia se respiraba en la ciudad. Las familias evacuadas estaban en la Isla de la Caridad. Urquiza las alimentaba con la carne de sus estancias. Pero el partido federal argentino no venía en auxilio de los blancos.

A fines de diciembre los sitiadores pasaron a ser 9000 hombres. Solo quedaban 600 defensores y hubo que requisar los fósforos pues los soldados carecían de municiones. Desde el 31 de diciembre, día en que se inició el asalto final, hasta el 02 /01/1865 en que la plaza cayó, los soldados de Leandro Gómez resistieron sin dormir ni comer. Para ellos ya no se trataba de una lucha civil, sino de una segunda guerra por la independencia. ¿Acaso no estaban siendo bombardeados por los brasileños?

La caída se produjo en medio de la confusión. Leandro Gómez había pedido una tregua de 8 horas para enterrar a los muertos que Flores no aceptó. Mientras Leandro Gómez redactaba una nota, el breve perímetro que dominaban aún las fuerzas del gobierno oriental fue invadido por oficiales y soldados enemigos, algunos desarmados, que gritaban vivas al  “heroico defensor de Paysandú”. Ya era tarde para reiniciar la lucha. Leandro Gómez y casi todos sus oficiales fueron  de inmediato fusilados por colorados menos generosos que su caudillo. Según parece, los comandaba Gregorio Suárez.

 

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Profesora Natalia Jawad

    

 

 

 

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