Colonización Río de la Plata

 

“… y volví por la tierra adentro viéndola toda y aunque de los dicho se deja entender cuan buena es y las calidades de ella para poblarla, hay otras muchas muy particulares como son el ser buenas para labores,… porque se da todo con grande abundancia y fertilidad y buena para todo género de ganados y de muchos arroyos y quebradas y riachuelos cercanos unos de otros y de mucha leña y madera de gran comodidad para edificios y estancias… y para hacer molinos que es los que falta aquí… y sirviéndose V. Majestad decidir se pueble esta tierra en pocos años vendría a ser muy próspera y de mucho provecho…” (Informe de Hernandarias al Rey Felipe II sobre su expedición a la `banda del norte o de los charrúas´)

La iniciativa de poblar la tierra charrúa fue decretada ya vencido el mandato de Hernandarias. Pero la frialdad de las autoridades peninsulares,  no hizo variar las  intenciones del Gobernador del Río de la Plata, y  en 1611 ordenó el primer desembarco de ganado vacuno en la isla del Vizcaíno, que le había sido donado. Hacia 1617 dispuso una segunda introducción con ganado proveniente de una estancia de Santa Fe. Una importante tercera introducción fue realizada por los misioneros jesuitas en 1634. Dos grandes zonas de procreación tuvieron el ganado vacuno de la Banda Oriental, divididas entre sí por el curso del Río Negro. La primera al norte, en la zona misionera, llamada `vaccaria dos pinheiros´; de abundantes pastizales, salpicados de grandes rodales de pino brasil, donde al abrigo de los bosques el ganado pudo multiplicarse alcanzando el medio millón de cabezas. La segunda, al sur, desde el núcleo originario introducido por Hernandarias,  que al dispersarse hasta las sierras del este, llega a las llanuras de Rocha, hacia el Yaguarón, constituyendo la famosa  `vaquería del mar´ rica en 5 millones de cabezas según experta estimación.

De aquí resulta un hecho excepcional en la historia: el ganado precede al hombre; se reproduce libremente sin mediar trabajo de este, y acaba por incorporarse a la geografía, como un elemento natural que se ofrece a semejanza de un fruto. La formación de estas minas de carne y cuero en la pradera oriental condicionan todo su proceso histórico.

De la tierra ignorada, sin ningún provecho, hemos llegado a la codiciada banda vaquería de los faeneros, de los bucaneros y de los bandeirantes. 

La Banda oriental “tierra sin ningún provecho”

 “Carente de minerales preciosos, sin especies vegetales o animales de rendimiento apreciable y poblado por un corto número de indios salvajes, la Banda Oriental fue rotulada como tierra sin ningún provecho por los españoles... nuestro país no ofrecía las posibilidades de enriquecimiento rápido y magnífico, tal como la ansiaba el conquistador. El indio cazador, pescador y recolector no proporcionaba la mano de obra necesaria, ni la tierra daba la abundancia que el ánimo señorial del conquistador exigía. Por ello, la ocupación efectiva de la Banda Oriental no la realiza el conquistador, sino el colono, de modo tardío y paulatino, en el correr de los siglos XVII y XVIII. Son hombres de humilde origen social..., muchos de ellos criollos desplazados de las orillas rioplatenses, los que iniciarán la sociabilidad civilizada en nuestro país.
 

(Bibliografía: Abadie, Bruschera, Melogno: “Banda Oriental. Pradera, frontera, puerto”)

 

 

 

 

 

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Profesora Natalia Jawad

    

 

 

 

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