La Brújula y el Astrolabio

Los instrumentos de navegación servían para determinar la posición, el rumbo y la velocidad de los barcos, factores decisivos para el éxito de las travesías y para el control de las rutas marítimas. Permitieron mejorar la cartografía y ayudaron a calcular el tiempo de navegación. Desde mediados del siglo XVII los gobiernos y las sociedades científicas europeas estimularon el desarrollo de inventos y mecanismos que facilitaran la navegación en los océanos.

El astrolabio y la brújula fueron durante mucho tiempo los instrumentos de navegación más utilizados, especialmente a partir del siglo XV. Sin ellos difícilmente se podía perder de vista las costas u otros puntos terrestres de referencia, pues internarse mar adentro suponía abandonarse a merced de los vientos.

El astrolabio era un instrumento astronómico muy antiguo utilizado para medir la altura de los astros sobre el horizonte. Aunque inventado por los griegos hacia el 150 a.C., en Europa no se utilizó hasta que los árabes lo introdujeron después del siglo X. A finales del siglo XV los navegantes portugueses y españoles empezaron a usarlo como instrumento náutico para la determinación de la latitud mediante la medida de la altura del Sol sobre el horizonte. Hasta la invención de la ballestilla de Davis y del sextante fue sin duda el instrumento más útil para la navegación. Se utilizó en todo el continente europeo hasta principios del siglo XVIII.

La brújula o aguja magnética, un invento chino del siglo IX, se cree que se empezó usar en Europa en el siglo XI. Se trataba de un mecanismo simple, una aguja imantada que podía girar sobre sí misma y apuntaba siempre hacia el norte. Pierre de Maricourt, en su Epístola de magnete (1269), fue el primero en aventurar que la aguja señalaba hacia el polo celeste y no hacia la estrella Polar próxima, como se creía. Desde finales del siglo XV se sabía que la declinación magnética afectaba a las agujas náuticas desviándolas del norte geográfico. Ese problema estuvo sometido a intensos debates: algunos le atribuían la desviación de la aguja al imán, en tanto que otros a la propia forma de la aguja. A causa de su imprecisión ese instrumento se solía utilizar sólo en la navegación de altura, lejos de la costa, y cuando las nubes impedían orientarse mediante el Sol o las estrellas.

 

FUENTE: https://books.google.com.uy/

“Canarias, otra mirada. Viajeros, exploradores, naturalistas”

Miguel Hernández, Masu Rodríguez

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Profesora Natalia Jawad

    

 

 

 

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